Godofredo Zegarra Ángeles-Uno de los mejores artistas en escultora
Me ubico en el Jr Amadeo Figueroa, uno de los lugares que dirige a la plazuela de La Soledad, en Huaraz. Llevo una filmadora, un cuaderno de apuntes y mi cuestionario de preguntas. Estoy lista para entrevistar a Godofredo Zegarra Ángeles, aquel hombre es un libro vivo de historias y curiosamente al año festeja doble onomástico.
Bajo del colectivo a unas cuantas cuadras de la casa en donde vive Godofredo e inicio la caminata con dirección a su vivienda, después de unos cuantos minutos, llego y me encuentro con una señora que estaba tocando la puerta. Ella era delgada, alta, de tez trigueña; su ropa estaba compuesta; por un sobrero de color marrón oscuro, una chompa tejida con hilo, una pollera (vestido típicos de la zona sierra elaborada a base de hilo de oveja) adornada con diferentes figuras paisajísticas de la zona y unas letras compuestas que indicaba, Huaraz hermosura; traía consigo atados de alfalfa (alimento para los cuyes). La saludo, me responde, ella utiliza el léxico...
combinado entre el quechua y el castellano. Me empieza a preguntar, a quién buscaba, - al señor Godofredo- , respondo, me mira por un instante fijamente y luego dice, ¿contestarán?, -desde hace rato estoy que toque su puerta y no me hacen caso.
Mientras esperaba y conversaba con la señora a quien encontré en la puerta, luego de 20 minutos, sale Godofredo, me recibe afablemente y nos saludamos a través del famoso apretón de manos, me pide que ingrese a su pasadizo y poco a poco iba descubriendo que era como la carátula de un libro, las paredes estaban adornadas con unos cuadros fotográficos donde él era el punto de interés, también habían cuadros de reconocimientos y diplomas; me invita a sentarme. Godo, le dicen de cariño; mide aproximadamente 1,67 cm, de tez trigueña; sus canas reflejan el transcurso de los años, sí, tiene 83 años; sus cejas bien pobladas también con ese color blancuzco y unos ojos pequeños, es como si Dios a través de las cinceladas le daba el toque de ser un gran escultor, él, es como un cofre, porque cuando lo abres empiezan a aflorar y brillar muchas cosas sorprendentes.
Godo, le gusta que le digan así. Sin esperar las preguntas ni mucho menos las dudas, empieza a contarme punto por punto su vida. Se para y se acerca a una figura cubierta por una bolsa que estaba allí cerca de él, quita esa bolsa y me pregunta ¿quién es él?. Me quedé anonada, de hecho, porque esa escultura es tan idéntica a la fotografía, y sin dudarlo respondí, Ollanta Humala Tazo, el actual presidente; - sí, es él- dijo con una sonrisa que dibujaba su rostro. Vuelve a su sitio y me pregunta si me siento cómoda, respondo que sí, pongo la filmadora en la mesa, tomo el cuestionario de preguntas y empezamos.
Sobre escultura
-¿Desde los cuántos años usted se desenvuelve en la escultura?
-Desde los 15 años.
-¿Quién le enseñó a hacer escultura?
-Yo sólo aprendí.
-¿Cómo usted inicia en el arte de la escultura?
-Cuando estaba en la escuela yo veía a un muchacho que dibujaba con facilidad, era el alumno de confianza de la profesora Domitila Duaries quien le decía -sal y dibújalo para los alumnos- y eso me impresionó; entonces yo empecé a dibujar en mis cuadernos, a veces me salía, a veces no.
Cuando en las procesiones de Semana Santa veía a los soldados romanos, de por sí me emocionaba verlos; empecé a tallar, ´a ver si me sale´ y ¡más o menos me salía!
Cuando en las procesiones de Semana Santa veía a los soldados romanos, de por sí me emocionaba verlos; empecé a tallar, ´a ver si me sale´ y ¡más o menos me salía!
Siempre cuando iba a las iglesias me gustaba ver los rostros. Vi una virgen de las Mercedes del convento, -¡Qué hermosura!- nunca pensé que con el tiempo tuve que repararla.
-¿Qué es la escultura para usted?
-Es tener el gusto y la vocación para tratar de hacer formas y figuras.
-¿Desde su punto de vista la escultura puede ser sustituida por la pintura?
-Pienso que no. A la pintura se le puede cambiar y dar toques mediante la computadora y tecnología; en cambio la escultura tiene que ser a pulso y la concentración es importante, pero para eso hay que tener experiencia, conocer la figura humana, anatómicamente, cómo está formada. Por ejemplo, he tenido que fijarme bien en el retrato del presidente para poderlo plasmar.
-¿Por qué continúa con este arte?
-Posiblemente es mi vocación, donde encuentro placidez, me siento contento cuando me desempeño en mis trabajos, cuando me hacen pedidos, me gusta hacerlos, y seguiré hasta que me muera.
-¿Qué opina del desarrollo del arte de la escultura en la actualidad?
-Ahora se está tratando de crear escuelas en Chacas y otros anexos. Están formando artistas y los están haciendo muy bien, veo que muchos se han ido al extranjero, como Carrillo, Iván Delgado, que está en Suiza, Argentina y España.
-¿En qué se diferencia un escultor con el artesano?
-El artesano tiene la propiedad de hacer sus trabajos en serie, por ejemplo hace una cabeza clava y le sale un montón; en cambio; el escultor no, sólo puede crear una figura y no pueden copiarla.
-¿Cree usted que el arte de la escultura está perdiendo su importancia en la humanidad?
-Es cierto, pero ´el escultor nunca va a dejar de realizar sus trabajos. Antes la escultura era una de las mejores opciones para aprender todo lo que el ser humano no podía recordar´, yo les decía eso a mis alumnos.
-¿Qué anécdota recuerda cuando desarrolla sus trabajos?
-Belén era la iglesia barroca (estilo artístico) la mejor que teníamos en Huaraz por lo que la convirtieron en la catedral, donde entraban y salían los sacerdotes (se queda en silencio). Recuerdo que cuando estaba en la catedral, de repente un sacerdote observando fijamente una de las imágenes que hice, dice, -qué bonita está esta obra, está linda, yo quiero hablar con el maestro- me dice.
Le miro y le digo –padre, ésto es hecho por mí- ¿Cómo que por mí?, tú serás su ayudante, yo quiero hablar con el mismo maestro - se fue amargo.
Cuando pasó el tiempo, me enteré que él me estaba buscando para reparar el altar mayor de Recuay, el sacerdote era de allí, su apellido es Camones.Cuando me encontré con él me dijo -oye yo no pensaba-.
El mes de mayo, era algo fatídico
En el transcurso de la entrevista, cada vez que respondía a mis dudas, sus ojos brillaban, en su rostro dibujaba su sonrisa y entonaba cada respuesta imitando a la persona de quien hablaba con él, como por ejemplo, si conversó con algún militar, entonces trataba de imitar esa voz, si cruzó palabras con un sacerdote, lo imitaba; nadie se escapaba de su imitación, hasta su esposa, era parte de ello.
Sin embargo, al preguntarle sobre la experiencia que tuvo en los terremotos, su rostro cambió por completo, sus lágrimas tapaban esos ojos, era como llenar agua en un vaso, no los dejaba caer, trataba de sonreír a pesar de que su voz a veces se le apagaba y la tristeza lo envolvía. Él señalaba que -la vida misma sabe por qué le dio más oportunidades.
-¿Qué recuerdos tiene del terremoto de 1940?
-Mi mamá era la amiga y comadre de Rosa Clotilde “la millonaria de Huaraz”, yo iba siempre a su casa y se había encariñado conmigo, me propuso ir a Lima, pero yo no quería hasta que ella me convenció, y nos fuimos.
Fue en diciembre de 1939. Llegamos a la plaza de Dos de Mayo, allí mi madrina tenía su pensión porque su casa lo estaban construyéndo, solo les faltaba poco para terminarlo; luego de un mes fuimos a la casa nueva.
Mi madrina, me matrícula en una escuela en Lima y conocí a Dimas Zegarra mi amigo del colegio, un día estábamos saliendo del colegio que estaba ubicado entre cañete y Moquegua, íbamos jugando canicas por esas calles y cuando llegamos a Piérola sentimos un movimiento, pasaba un tranvía (Tren de corto recorrido) que iba al callao, ¡tsac tsac tsac tsac!, se sentía el remezón, cuando pasó no paraba el movimiento y seguía.
Allá en la misma esquina era el colegio de la inmaculada, y vímos que allí estaba un señor que vendía sus dulces en su tablero, él estaba leyendo pegado al poste, en eso, se cae el muro aplastando todo su tablero, luego vimos cómo se destrozaban todas las columnas ¡no sabíamos por dónde correr, qué hacer! era desesperante, entonces corro y me agarra un viejito; me dice -hoy niñito tú me vas a salvar- y fue todo lo contrario porque me salva a mí, justamente al lugar donde iba, cayeron las cornisas, pero como me detuvo él, me salvó.
-¿En 1941, que acontecimientos recuerda?
Asustados del terremoto mi madrina me dice -mejor vayámonos a Huaraz, porque aquí va a ver terremoto siempre, vayámonos-. cuando ya estábamos acá, yo me levantaba tempranito porque mi madrina me decía que cuide a los hombres que trabajaban para ella, había un hombre que estaba partiendo leña ¡tan, tan! para la cocina, entonces yo me siento al frente de él y le digo en quechua -Ymachi mas huequiburrurico- y responde -jayaclli hijo bolquetitac- -manam- le digo cuando una señorita dice, -señor: aluvión, volcán- yo he corrido hasta la plaza, me he quedado allí y he visto que se venía el agua en oleadas llevando todo a su paso, árboles, casas, sabe Dios qué, venía desde Cojuc, por toda la parte del río que por allí era su cauce, Raimondi, Centenario con dirección a la plaza, rebalsaba el agua y entraba a las casas, incluso la iglesia de san francisco era bajo, estaba lleno de agua y allí estaban nadando los muertos.
-¿Qué recuerdo tiene del terremoto de 1970?
En 1970, también fue en mayo, y para mí el mes de mayo era algo fatídico, estábamos en la escuela de arte, como ya era escultor, me encargaban hacer los trabajos, un día vienen desde los pinos, los seminaristas y el padre superior, quien dice, -¿quién es el escultor que pueda hacerme un trabajito?- entonces le dicen, -él lo puede hacer, Zegarra- el padre me dice -¿puedes hacer? y le digo –sí padre- -ya- me dice -quiero de 1.50 cm para poner en mi patio al patrón San Benito-
Recuerdo que uno de esos días, se casaba un profesor, Porce se llama, ganó el pincel de oro, nos invitó a su matrimonio, hemos ido y fue la última vez que vimos la iglesia en su integridad, salimos de allí directo a la fiesta, empieza el baile, a las 3:30 am me fui y ellos seguían; muchos de allí murieron.
Era domingo, vivía por Gutenberg ( en la actualidad es la avenida Gamarra). Eran las 12:00 am, almuerzo y en ese transcurso me dio un sueño profundo, pero de repente recuerdo que tenía que hacer una obra para el lunes, --¡uy! no he hecho nada y mañana van a venir- (porque me dijeron que el lunes van a venir para ver el avance de la obra),-¿qué cosa voy a entregar? pues me voy ahorita-. Me fui.
Era las 2:30 de la tarde, llego a la ESFA (Educación Superior Artística), pido la llave al portero para entrar al local, ingreso y me encierro, como ya tenía el armazón he empezado a darle el moderado, ¡dale, dale, dale! En eso siento un remezón. Todo ese año hubo ya diferentes movimientos en el suelo, tanto fuertes como suaves, luego pasaba. Entonces dije -seguramente va a pasar- yo seguía trabajando y el movimiento era más fuerte, dije -esto no pasa- de repente empieza a moverse horizontal y luego vertical quise salir por el corredor pero las columnas se habían doblado y caen, la pared que era de adobe se desboronó y me aplastó, estaba a tres metros de profundidad, ¡no pude salir! Como decían que debemos de pararnos por los umbrales para poder cuidarnos, hice eso, pero esas maderas de los umbrales son los que también me aplastaron, perdí el conocimiento, luego desperté cuando desde mi pecho para abajo estaba enterrado, sobre la madera había una piedra o yeso que me hacía doler, hice el esfuerzo de sacarlo, sólo se movió un poco, me seguía aplastando la madera en las piernas, en las rodillas y en el pecho.
Como ya había hecho un espacio, empecé a ver ¿qué cosa puedo hacer? todo lo que estaba rodeado era de la bóveda, quería hacer un hueco para salir pero no servía porque parecía piedra, entonces pedía auxilio, gritaba y nadie.
Dos días ya estaba allí, no tenía hambre, ni sed, al parecer mi cuerpo se habituó a ese medio, continuaba gritando ¡auxilio, auxilio! buscaba una piedra para golpear la bóveda, porque dice retumbaba, eso me dijeron después, -auxilio-, nada, entraban y salían, botando las piedras.
En la mañana del tercer día, -señor- dije -¿qué hago? nadie me va sacar de acá, nadie sabe- mi señora me buscaba y no me encontraba, ella llegaba a la escuela sólo había un escombro, no daba señales de vida, -no, aquí no hay nada- decían, pero yo estaba adentro.
Como tenía la espátula, hasta pensé cortarme las venas y morir desangrando lentamente,-quién me va a salvar-, en esos momentos uno se siente, no sé cómo, porque vivirlo es diferente que contarlo, no sabía qué hacer, pensaba de que solamente se había caído porque como era el local antiguo o es que he obrado mal toda mi vida y Dios me está castigando.
De pronto viene a mi mente el señor de la Soledad y el señor de los milagros, me recuerdo de sus figuras y le digo –señor, sálvame, si me salvas yo voy a hacer todas tus esculturas-, y parece que con eso me tranquilicé, en eso escucho unas voces y justo donde se había hecho un promontorio allí se había parado el hombre, yo golpeaba con una piedra, diciendo ¡auxilio, auxilio! y escucho una voz que dice -¡acá, jefe acá!- -¿qué cosa hay?-, -hay alguien que está llamando-, -¿Dónde?-, había venido el policía –acá- -¿quién eres? me dice-, -soy Zegarra- le digo, y dice- ¿quién Zegarra?, ¿aquí es el banco?- es que yo tenía un hermano que era el bancario por eso dudaban, -esto creo que es la escuela, entonces es el artista-, -oye- me dice - ¿estás bien?-, -si-, le digo -estoy bien, no puedo salir, la bóveda se ha caído y me tiene acá, eso es lo que me está salvando de lo que me iba a aplastar-, -¿pero te sientes bien?-, -sí- le digo, porque dicen si le decía que estaba mal o me veían que estaba agonizando, me dejaban, entonces yo sacaba fuerzas.
-Oye no tengo herramientas para sacarte, pero vuelvo, voy a buscar herramientas-, desapareció como 2 horas, -ya me dejó, en fin me quedaré, moriré, ya me dejo- (triste). En eso siento pasos, voces, -acá es-, -¿dónde estás?- golpea -¿dónde te encuentras?- se ponían de acuerdo, -no acá es, no acá es-, en ese momento dieron donde yo estaba, hicieron el hueco hasta que se filtrara la luz del sol, y me salvaron. Entonces dije -ya pues al fin me salvé de morir- (suspira), uno de ellos me reconoció seguramente,-oye, pero él es grueso, esto es muy delgadito, vamos a hacer más ancho y continuaron haciendo hueco hasta que soltaron una soga y me jalaron.
Familia, estudios, amigos y el militar fue mi salvador
Luego de estar internado tres días en el hospital después del terremoto y además del dolor que sentía, al narrarnos sobre los hechos que marcaron su vida para siempre, cuenta que festeja dos veces al año sus cumpleaños, porque según el calendario nace el 8 de Noviembre y según su partida de nacimiento el 2 de diciembre, entonces festeja su onomástico con las personas lejanas el 2 de diciembre y con sus familiares y amigos el 8 de noviembre.
Godo admira a Miguel Ángel porque durante su vida ha hecho tantas obras para la humanidad y siendo escultor logró hacer la Sixtina. Por otro lado es tan impresionante el gran talento que tiene godo por lo que debe y fue reconocido de distintas maneras como por ejemplo le entrevistaron los de la empresa Antamina, alumnos de la Universidad de la Católica, radio nacional, Sonaly Tuestas del programa costumbres.
En su vida familiar. Godo, se casó con Francisca Alcira Rodríguez Zarzosa, tiene 82 años y 50 años de vida matrimonial. Al preguntarle -¿Por qué le eligió a ella? -(ríe) y dice -su nobleza, pese a que he tenido buenas chicas, había una gringa de ojos azules, ella era alta, estudió en Lima pero veía que esa belleza me incomodaba, porque habían muchos que asediaban- (ríe). Durante su vida artística ha realizado muchas obras y en el transcurso del tiempo ha logrado viajar por todo el departamento de Ancash, Huacho y Lima.
- ¿Qué significado tiene la familia para usted?
Pienso que todos los que tienen sus hogares deben de tener como finalidad, vivir en armonía, porque la familia es lo mejor que cada persona tiene.
-¿El amor debe de prevalecer en cada familia?
-Sí, porque solamente con ello la familia puede convivir en armonía.
-¿Qué situación difícil le tocó vivir a usted y su familia?
- Luego de desterrarme, me llevan a la plaza y me echaron, pasaba la gente, me miraban y decían -¿quién será? pobrecito ¿estará muerto o vivo?-, una mujer se acerca y le dice a su compañero-está vivo- y me dice -¿tienes sed? te daré agua—ya- le digo- tomo, y de allí se presenta Alonso Soto,-oye cegarrita ¿tú también has estado enterrado?—si- le digo-, -te vamos a llevar al hospital-, había una calle que estaba con menos tierra para que salgan por allí al hospital, subimos al auto y cuando estamos bajando del carro veo a mi señora -oye mi señora está allí- me estaba buscando, y le llama -¡señora aquí está cegarrita!- -¿dónde?, le dice -aquí está- viene y al verme dice -no, no es él-, es que yo estaba cubierto de polvo, me observa detalladamente, se emocionó y me dice -oye estas desconocido por tu diente te he reconocido-, como tengo un diente de plata. Luego me llevaron donde estaban todos los enfermos que gritaban, al lado de uno de ellos me ponen, pero al entrar allí primero tenían que ponerme supuestamente ampollas y no sé qué más , antes de ir al hospital, cuando estaba sangrando me echaba tierrita, bueno en el hospital me ponen inyección y le digo a mi señora -me han puesto ampicilina-, y mi señora se acercó a la enfermera y le reclamaba - ¿por qué le han puesto ampicilina? - él es alérgico a esa ampolla- casi me mataron y la enfermera le decía -no se preocupe ha estado sangrando por eso le hemos puesto-.
Ingresé a una de sus salas y de repente una señora que es la esposa de un amigo, como es enfermera se acerca y me dice –oye Zegarra usted también está herido, no se preocupe, mañana conseguiré una cama para pasarlo allí-y efectivamente, al día siguiente me llevaron temprano a una cama.
Entra un militar, y dice -señores soy el capitán García, desde hoy en adelante; yo soy el quien tengo que estar al frente del hospital-, en ese momento las enfermeras dando pastillas a los enfermos, yo amanecí con planchas de alergia, mal, ardiendo de fiebre, entonces cuando el capitán dijo -desde hoy para adelante a mis órdenes, se acerca a las enfermeras y les dice -ustedes ¿qué están haciendo?- -estamos dando sus medicinas-, -ya ahora usted- me dijo y yo respondí
-capitán fíjese como estoy yo, soy alérgico y me han puesto penicilina-, -haber, haber-, ¿qué? si no venía, ustedes le daban la medicina y le despachaban al hombre, desde hoy en adelante nada,-hay que desintoxicar y curar- y así fue, el militar me salvó.
Los recuerdos forman parte de la vida y si no hubiera el hombre, sería como una hoja de papel en blanco y vacío. Godo recuerda mucho sobre su vida estudiantil, sobre todo cuenta las cosas que pasó con su compañero también llamado Zegarra. La voz se le empieza a cansar un poco, es obvio, es un buen rato que venimos conversando.
-¿Qué recuerda del colegio?
-Resulta que entre mis compañeros había un tal Zegarra -pero era negro y yo era cholo huaracino- (ríe), cuando dije mi apellido –Zegarra- el otro me miró, desde allí me tenía tilia.
Él era el más alto, fue el arquero de la U y de la selección peruana en una época. Dentro de esa agrupación de muchachos habían cusqueños, arequipeños, puneños ayacuchanos y huancaínos. Usábamos guardapolvo, Zegarra tenía su 'cinturón´(karate), me lo arrancaba y lo votaba, también arrancaba mis mangas, era un abusivo.
-Oye porque ese negro te molesta, pégale-, me decían; -Cómo le voy a pegar, es tremendo hombre, tremendo muchacho- -No, los negros son maricones, los negros tienen la costumbre de hacer su quim, hacen ésto por hacer asustar, pero tú cuando está haciendo dale un recto vas a ver- me dice y me salió se fue de espalda y allí nomás lo agarre.
De allí se presentó la patrulla, los policías nos empezaron a perseguir. Nosotros estábamos en un centro donde se peleaban los alumnos, terminamos, porque corríamos de aquí a allá. Pasaron días y me dice Zegarra -oye ¿por qué hemos peleado?- y yo le digo -tú pues, eres abusivo- -pero cuando te choque, te encuentro, pobrecito te saco la guata- me dice -ya no importa sácame nomas- y le pegué.
Luego ya me dijo -¿desde ahora amigos? - -Ya pues amigos- y fue mi mejor amigo, nos sentábamos en la misma carpeta, me invitaba todo lo que comía, yo también le invitaba y ya nos habíamos olvidado de la pelea.
-¿Qué es lo mejor que puede hacer el hombre?
-El hombre puede hacer muchas cosas, pero en especial debe de hacer algo por la vida ayudar, enseñar, que haya servido a la familia a la sociedad y comunidades.
LA PINTURA, ES EL OTRO CAMPO ARTÍSTICO QUE ME GUSTA Y MI HIJA PILAR ZEGARRA RODRÍGUEZ ES QUIEN CONSERVA ESA HERENCIA PORQUE LE GUSTA PINTAR.
¡PRIMERO LO NUESTRO Y DESPUÉS EL RESTO
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