5 de septiembre de 2014

Historias reales, personajes ficciticios

La Sentencia


Sierra sus ojos y los recuerdos aterradores que marcaron su vida siempre lo acompañan, sueño tras sueño, de la historia que no es ficción y mucho menos termina en un final feliz.


Su nombre es Piero; es alto, delgado, el color de su piel es blanco, de cabellos cortos lacios castaños, sus ojos pequeños de color negro, esos bellos que rodeaba su rostro (los famosos bigotes), nariz puntiaguda y sus labios pequeños.

Él vive con Shantal, su esposa. Es alta, su contextura es  delgada, de cabellos  lacios largos castaños, tiene cejas arqueadas que le dan ese toque de sensualidad, pestañas largas y sus ojos son pequeños achinados de color marrón claro.

Martes en la madrugada. Piero sueña que está con su...
esposa en su auto, mientras conducía acariciaba el rostro de ella, Shantal, sonríe y le dice: ¡Te quiero! De pronto giran la cabeza hacia la derecha y con asombro gritan; al parecer el carro donde estaba se chocó o tal vez  se volteó.
Él trata de abrir los ojos y no puede, sin embargo la desesperación fue más fuerte que logra despertar. Inmediatamente se observar la mano izquierda y no había nada, pensaba que vería sangre; al parecer todo era sólo una pesadilla, suspira.

Gira la cabeza hacia la derecha y observa el reloj que estaba encima de su mesa de noche. Eran las 7:01 am, no convencido de que era solo un mal  sueño. Se para y  sale de su habitación con dirección al cuarto de Shantal.

Toca la puerta,  ¡tac, tac! Y un sonido de la chapa de la puerta indica que se está abriendo. Sale ella,  Piero con gestos de ternura se acerca y le acaricia la barriga, Shantal  está embarazada debe de tener  nueve  meses.

Conversan fijamente,  Shantal se pone mal, son síntomas de aviso del nacimiento de su progenitor.  En el rostro de Piero se dibuja una sonrisa y corre a su habitación a cambiarse, cogiendo una mochila se desplaza rápidamente a la sala porque ella está allí esperándolo.

La coge de la mano y salen con dirección al auto, al pasar por la puerta y las rejas de la calle la pesadilla se iba haciendo realidad. Suben a su carro y  emprenden su viaje con dirección a la clínica.

Mientras que por el otro carril  el joven conductor con sus amigas y amigos bebiendo licor,  fumando y con una música de rock en alto volumen  manejaba a mucha velocidad, seguro pensaban que el mundo estaba a sus pies y  que la vida se ha hecho para disfrutarlo pero no con responsabilidad.

Piero y Shantal emocionados viajan con el objetivo de tener a su bebé en brazos, lamentablemente el acariciar a su esposa y esa palabra ¡te quiero! No fue para que fortalezca su relación,  sino  como una despedida.

Para ese grupo de amigos esa señal de transito donde indica PARE, no fue  tan importante, hasta que  chocaron con el auto de esa pareja que iban tan emocionados al saber que iban a presentar a un nuevo ser humano. El sonido del carro en el accidente y el grito de Sharon quedaron siempre en el recuerdo de Piero.



Un cuarto desolado, con la mesa de noche, un reloj, una foto y un vino;  son todo lo que puede tener Piero; el reloj marca las 7:01 am,  los recuerdos y la melancolía le rodea, el tiempo ha pasado,  él está veterano pero no los recuerdos. En su rostro reflejan culpabilidad, tristeza, melancolía, su cuerpo está vivo pero su alma seguro que murió ese ves en el accidente.            

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