LOS REFLEJOS DE LA VIDA
El cielo azulino, con pompones de nubes y un radiante sol; son los tres complementos que le dan un ritmo de vida a cada día.
Son las diez de la mañana. Al parecer hay una competencia entre el tiempo y las acciones del hombre, corren rápido las manecillas del reloj; pasan los segundos, los minutos y las horas. La humanidad también compite con el reloj busca ganarle al tiempo, aunque a veces lo logra, pero deja de lado sucesos tan importantes que lamentablemente ya no puede recuperar...
Me encuentro sentada en la azotea de mi casa, observando fijamente los acontecimientos que ocurre a mí alrededor, de pronto al frente de mi vivienda se va aproximando a su balcón un hombre de contextura delgada, de aproximadamente 1. 68 cm, su piel es de color canela, sus ojos son negros claros, de cabellos negros con toques de blancura (las famosas canas) reflejando la edad que tiene, debe de ser 58 años. En su rostro hay unas líneas denominadas arrugas, es como si el tiempo haya pasado bruscamente y el artista dibujase cada experiencia vivida en cada línea.
Su mirada refleja preocupación; su cuerpo se ve decaído y su rostro refleja desgano; parece que está enfermo. Momentos después, empieza a tocarse el abdomen lentamente va presionando más y más, inmediatamente su rostro se empalidece, sus ojos rechinos muestran cuán dolor siente. De pronto, se acerca una mujer de contextura gruesa, mide aproximadamente 1.50 cm, de ojos marrones claros, su piel es de color blanco, sus cabellos ondeados.
Él se apoya sobre ella inquietamente, Sus ojos se llenan de lágrimas empiezan a recorrer por sus mejillas no encontrando un fin, La señora asutada lo traslada hacia adentro y con fuerte sonido cerró su puerta.
Al medio día; una ambulancia con el famoso sonido se iba aproximando inmediatamente, se cuadra en la puerta de su morada, bajan dos enfermeros llevando consigo una camilla, la puerta se abre e ingresan; las personas del vecindario salen de sus domicilios alarmados; se escuchaba murmullos, de pronto el silencio se apoderó del vecindario, en seguida salen y suben al vehículo.
Los enfermeros, la camilla pero ya no vacía, sino con el señor Víctor, si así se llama, creo que estaba desmayado. Atrás de ellos sale desesperada una niña gritando ¡papá, papá! Llena de lágrimas, debe de tener 8 años; mientras que su mamá reflejaba en su rostro una profunda tristeza, sujeta fuertemente los hombros de la pequeña, salen dos jóvenes; uno se llama José; es alto, delgado; Julio, es bajo, de contextura delgada. Son sus hijos, inmediatamente se dirigen a la esposa de Víctor y la abrasan.
El Chofer se acerca, conversa con la familia de Víctor. José, le carga a la niña que lloraba desesperada, la lleva hacia adentro de su vivienda. Mientras que su esposa y Julio se acercan al vehículo y suben. La ambulancia con el sonido de la sirena emprende su misión.
En silencio los vecinos ingresan a sus hogares, el ambiente del vecindario parece estar triste, el viento sopla y sopla, parece que va a llover.
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