5 de septiembre de 2014

Hechos reales con personajes ficticios

La seguridad es pura inseguridad


Lunes 16 de setiembre del 2013, 9:00 pm salen  de sus aulas los estudiantes de la Universidad  de Nuevas Tecnologías  (UNT),  algunos con dirección a sus hogares y otros con camino a sus cuartos alquilados,  donde no  hay nadie quien le espera, seguramente llevan consigo una tristeza profunda que no lo demuestran. Sin embargo es un día más de recopilar muchas experiencias y sobre todo muchos conocimientos  que los conducen al éxito.

Al salir de las inmediaciones de la universidad, cada quien va por un camino diferente, tan sólo van acompañados de la luna y las estrellas. Juan Francisco Solanch Hurtado. Tiene 19 años,  estudia ingeniería electrónica y cursa el IV ciclo en dicha universidad. Es alto, delgado, de tez  blanco, sus cabellos cortos, lacios y castaños, sus ojos de colores negros claros y  achinados, con un lunar en su rostro, ubicado al lado derecho de su nariz...

Él Vestía una chompa ploma, un pantalón jeans plomo claro y unas zapatillas de color crema oscuro, la marca era gamolyth;  cogía una mochila de color verde oscuro con dos asaz. Se encontraba parado con su tía, entre la avenida los Milagros y el pasaje Series, a una cuadra de la ciudad universitaria de la UNT.
Su rostro no reflejaba cansancio, tampoco  desgano, sino desesperación, nervios, susto; sí, confirmé que estaba asustado, de pronto  escucho una voz temblorosa. ¡Me han robado mi celular y dinero! Continúa hablando e indica.

“he dado mi examen en la universidad y venía preocupado, de pronto escucho pasos, volteo y eran tres jóvenes que corrían, me paro y espero a que pasen,  (suspira);  Se acercan.  Uno de ellos era más alto que yo, tenía una chompa negra con rayas rojas y me dijo ¡frito pescadito, alza las manos y no te muevas que te puede ir peor! Me rodea y me agarra del cuello, pone un  arma blanca entre mi cabello y  mi oreja.

El otro es más o menos de mi tamaño, trigueño,  con una chompa negra, empieza a rebuscar mis bolsillos; mientras que el tercero era bajo, robusto,  estaba con una gorra tejida de color marrón con líneas blancas, un polo de color celeste. Estaba un poco alejado observando de arriba para abajo”.

Su tía Mercedes, es de contextura gruesa, mide aproximadamente 1.50 cm, de tez blanca, sus cabellos largos castaños, ondeados.  Vestía una casaca de color morado, un pantalón jeans azulino y unas zapatillas. Su rostro muestra preocupación e indignación.

Ella dijo: “Siempre sale de la universidad a estas horas y nunca le han despojado sus pertenencias, ni le han perseguido y mucho menos amenazado, hemos llamado a serenazgo varias veces y no responde. Después de media hora de tanto insistir, al fin habían contestado nos dijeron que en esos momentos estaban entregando a tres bandidos menores de edad y que no podían venir; en todo caso que le esperemos de aquí a media hora, que quizás venían.

Nos obligan a pagar puntual en la municipalidad sobre seguridad ciudadana pero para cumplir con su trabajo son demasiado ociosos. A mi sobrino  le han robado a eso de las 9:20 pm.  Ya son las 10:30 pm y ni se aparecen esos serenos irresponsables, ellos también tienen familiares, ojalá que no les pasara nada porque el mundo da vueltas”. 

La desconfianza de los habitantes  hacia los trabajadores de serenazgo, cada día se va fortaleciendo, muchos indican que la labor de ellos es pelear con los comerciantes, insultar y faltar al respeto.

Seguramente es malo juzgar pero peor es seguir cometiendo errores. Autoridades que tengan la suficiente capacidad de gobernar hace falta en el país, personas con la idea de no ser conformistas con valores, buena actitud y capacidad de liderazgo serán los que nos ayuden a generar desarrollo sostenible.

Más que un proyecto para construir un coso de toros, hace  falta implementar un proyecto sostenible para la seguridad ciudadana; más que un proyecto de construcción de una iglesia, es desarrollar un proyecto que eduque a la gente, concientice e involucre para formar a ciudadanos comprometidos con su fe; más que  regalar panetones cada fin de año por navidad o año nuevo, es generar un proyecto para combatir la desnutrición infantil, más que regalar juguetes a los niños y niñas es crear un proyecto para impulsar la buena educación los ellos.

La gran mayoría de los problemas se solucionarán cuando entendamos que nosotros somos los culpables de tener una sociedad así y actuar con el fin de que éstos se vuelvan fortalezas y ver a un hermoso país  desarrollándose.             



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